La fascinación ancestral del Tíbet: más allá de las montañas
- psicosalut
- 14 jul
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 jul
Helen Flix, escritora del alma
Desde hace siglos, el Tíbet ha habitado en el imaginario colectivo como un reino de misterio y espiritualidad. Imagino que has escuchado hablar de “la cúpula del mundo”, ese altiplano imponente, donde los picos nevados parecen guardar secretos milenarios. Pero más allá de su geografía majestuosa, lo que realmente hechiza es su literatura: historias de meditación profunda, sabiduría ancestral y… ¿superpoderes?
Y es que sí: los lamas tibetanos, esos maestros venerados, han protagonizado relatos dignos de un cómic místico: levitación, bilocación, clarividencia… poderes que, más allá de su asombro, abren una puerta hacia la comprensión de lo que significa el ser humano en su máxima expresión espiritual.
“El Tíbet no solo se contempla, se siente. En cada palabra de su literatura resuena una plegaria.” — Helen Flix

El magnetismo literario del Tíbet
Imagina una cumbre cubierta de nieve en silencio absoluto. Las banderas de oración ondean al viento. Eso ya es poesía. El Tíbet es un símbolo de elevación, introspección y desafío frente a lo cotidiano.
Gracias a cronistas como Alexandra David-Néel o Heinrich Harrer, el Tíbet se nos reveló: un mundo donde lo visible convive con lo invisible, y lo sagrado con lo humano.
“Leer sobre el Tíbet es como meditar con los ojos abiertos.” — Fragmento de diario personal
En cada texto tibetano, hay una invitación a detenernos. A preguntarnos: ¿qué parte de mí aún no he explorado?
Superpoderes: más allá de la fantasía
En la tradición tibetana, los relatos de levitación, bilocación o clarividencia no son vistos como ficción, sino como posibilidades del alma entrenada. No es magia. Es presencia. Es maestría sobre la mente.
Los lamas tibetanos han sido descritos como visionarios, capaces de leer el karma, sanar con energía o trasladar su conciencia más allá del cuerpo físico.
En mis años de camino espiritual y estudio, he visto cómo muchas de esas prácticas —como el manejo del prana, los mantras curativos o la visualización de luz interior— funcionan con una profundidad que nuestra lógica no siempre puede comprender.
"Cuando el alma sana, el cuerpo escucha.” — Helen Flix, Los Secretos de la Medicina Tibetana.
Estos relatos no buscan deslumbrar. Buscan recordarnos que lo extraordinario también puede ser nuestro.
Medicina tibetana: un viaje personal
Durante mis años de estudio y formación, descubrí que la medicina tibetana no solo cura. Enseña. Sostiene. Reconciliando cuerpo, mente y espíritu, abre un camino de vuelta a uno mismo.
En en libro en India, aprendí a amar, comparto parte de ese reencuentro personal, ese diálogo entre lo interior y lo sagrado.
La medicina tibetana se basa en la escucha: del pulso, de los órganos, de los vientos internos (rlung), de la energía que fluye. Se trabaja con masajes ku-nye, dieta, respiración, y sobre todo, con compasión profunda.
སྔ་ཁོ་སྔ་ཁོ བུ་ན་ལ འུ་སྔ་ཡི་ན།“Aquello que no ves con los ojos, escúchalo con el corazón.”
Cada práctica es una puerta hacia el misterio. Y cada paciente, un universo en expansión.
Libros recomendados para profundizar
¿Quieres adentrarte más en esta magia real? Aquí te dejo algunas lecturas que pueden acompañarte en el camino:
"Viaje a Lhasa" – Alexandra David-Néel
"Siete años en el Tíbet" – Heinrich Harrer
"El Libro Tibetano de la Vida y la Muerte" – Sogyal Rimpoché
"India, aprendí a amar" – Helen Flix
"Los Secretos de la Medicina Tibetana" – Helen Flix
El Tíbet como espejo del alma lectora
Llegamos al final de este viaje (casi) espiritual. Quizás, si prestas atención, escucharás un rumor: tal vez un lama levitando, tal vez otro viendo tu pasado remoto, tal vez tú misma redescubriendo una capacidad interior que creías dormida.
La magia del Tíbet no reside solo en sus mitos. Vive en nosotros. Porque cada vez que leemos sobre clarividencia, lo que realmente leemos es cómo queremos vernos: despiertos, luminosos, capaces de lo sagrado.
“Escribo para recordar que la magia existe. Y que a veces, vive en una página, en un susurro, en una respiración tibetana.” — Helen Flix
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