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Descubre el origen neurológico de la creatividad literaria. Así trabaja el cerebro de un escritor.

Evidentemente mi curiosidad por descubrir cómo trabaja la mente de un escritor o escritora no es más que el resultado de mi otra pasión la psiconeurología o lo que es lo mismo la mente humana con sus mecánicas y con sus entresijos emocionales y creativos.


Vaya, en lenguaje plano, entender ¿Cómo no complicamos tanto la vida?


Todo creador literario, no necesitan más combustible que su potencial imaginativo, proyectando sus ideales, sus valores, miedos más profundos o creando un mundo en el que desearía vivir y a veces ahuyentando fantasmas traumáticos del pasado que convierte en las páginas escritas de un libro.


Este instinto, esta habilidad, este deseo de escribir es absolutamente universal en todos y cada uno de los individuos que desde pequeños han sentido la necesidad de usar las letras como su catapulta de ideas a la sociedad.


Siempre se ha dicho que leer es un placer. Escribir no lo es tanto. Y publicar lo escrito es uno de los desafíos más fuertes que el ser humano se pueda imaginar. Diariamente a lo largo de nuestro mundo incontables corazones llenos de eterna creatividad natural, intentan deleitarnos con sus historias, poesías y relatos.


Reconocidos novelistas, ensayistas, poetas y cuentistas nacieron siendo igual que todos los demás seres mortales, individuos indefensos, con la gran diferencia de que en sus edades tempranas tuvieron la oportunidad de vivir en un hogar que como el mismo Cicerón describe, estaba “vivo” debido al hecho de que la literatura estuvo ahí siempre presente.


Este tipo de vivencias y oportunidades entregadas en la familia nuclear suelen dejar secuelas neurológicas, que son capaces de activar de forma posterior la creatividad del niño, cultivándola, dirigiéndola, asimilándola para formar a todo un escritor “ en proceso”, siempre viajando de libro en libro, buscando constantemente la semilla de un género que le permita desarrollarse totalmente.


El cerebro de un escritor, es una maquina única de información y procesamiento universal que para dar inicio a su actividad creadora debe sumergirse en un estado de desconexión de la realidad para poder sumergirse en su propio universo, donde las leyes de la física, la lógica y la sociedad son trastocadas para permitir que impere solamente el juicio y los ideales de una única personalidad.

Durante las últimas décadas la ciencia se ha encargado de estudiar al cerebro humano en todo tipo de ambientes y condiciones, en estados de ira, de coma, bajo la acción de substancias alucinógenas, durante la meditación, el sueño, durante la actividad sexual.


Todo libro comienza como una idea formada en la mente de quien así la imagina. La morfología del cerebro basa su procesamiento creativo en la realidad ya percibida durante el transcurso de la vida y la manipula entonces para llevarla por la vía más adecuada de la correcta expresión.

La diversidad de géneros literarios no es más que testigo de ese nexo mental que el escritor posee con esa realidad distintiva del medio del cual forma parte.


La evolución cerebral de un escritor varía según el grado de experiencia que posea respecto a su trabajo.


Estudios realizados por la Universidad de Greifswald en Alemania dan cuenta de ello, mediante la utilización de las pruebas de imagen funcional (Fmri) se llegó a la conclusión de que si bien la actividad cerebral de los escritores era vivazmente activa, las regiones del mismo que eran estimuladas diferían respecto a su grado de experiencia literaria.


El estudio concluyo que en el caso de los escritores noveles, el área que se activa a la hora de la redacción de sus libro no era otra que el lóbulo que procesa el área visual del cerebro, deduciendo con ello que la producción de ideas esta generalmente orientada hacia la parte lumínica y real del mismo, dando ello a entender de que para un escritor novel, que redacta su primer trabajo, la historia es vista como toda una aventura en la que puede apreciar sus ideas como si estas se tratasen del guion de una película de aventuras.


Caso contrario ocurre con los escritores más experimentados, en donde el área de la visión pasa a estar en segundo plano para dar paso a la llamada “Área de Broca”, zona que procesa la articulación del lenguaje oral, de manera que ello da a entender que el autor siente internamente que no escribe, sino que “narra” su aventura como si esta se tratase de un diálogo con sus lectores que a través de sus páginas, ya no lo leen sino que lo “escuchan”.


Otras percepciones incluyen, no solo a la elección del género ni la experiencia literaria sino también a la inteligencia emocional, en el caso de la narrativa, género que propone la participación de un determinado grupo de personajes, quienes en su existencia independiente del autor deben ser capaz de expresar sentimientos de toda clase, característica que varía notablemente con el sexo del autor: Se sabe mayormente que las escritoras prefieren producir historias que estimulen su área sensible y emocional, como lo es en el caso de la novela romántica y amorosa, en cambio los escritores masculinos optan por escribir novelas que induzcan a la acción, y a la violencia tanto física como teórica, forzando a las emociones al extremo, como ocurre siempre en los casos de bestsellers de terror, guerra y la ficción histórica.

Aunque he de matizar que esto es un “sesgo” de género que suele ocurrir en algunos de estos estudios, todavía hoy en día, ya que hay en la actualidad muchas mujeres que escriben bestsellers de terror, violencia y sexo extremo. Un ejemplo yo misma, que nunca he escrito una novela romántica y si cinco de los 18 libros publicados con crímenes y violencia.


Pero, si hay algo que caracteriza a un escritor es ser precisamente un bestseller. No todos pueden serlo, porque rara vez sus trabajos captan la atención global de un público masivo de consumidores. Sin embargo todos deseamos llegar hasta el alma misma del lector, para cambiar así su vida.


Quizá he aquí se encuentre la receta de los grandes bestsellers, que son buscadas por las editoriales más importantes de todo el mundo.



El libro debe ser más que solo un texto informativo, un buen libro de verdad debe surgir de lo más interno del pensamiento de quien así lo crea para cambiar el pensamiento de quien lo recibe. Es crear “un cambio emocional” en el cual el lector pueda verse reflejado y sienta que las palabras del escritor son las suyas, las que no sabía cómo ordenar y decir.

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